Carruseldeportivo
Pues sí. Según Investigadores del Albert Einstein College of Medicine, en Nueva York (Estados Unidos), aseguran que aquellos futbolistas que rematan de cabeza entre 1.000 y 1.500 veces al año tienen afectada la actividad de las fibras nerviosas o axones de determinadas regiones del cerebro.
Así se desprende de los resultados de un estudio presentado en la última reunión de
Lipton y su equipo escanearon los cerebros de 32 futbolistas no profesionales, con una media de 31 años de edad, que habían practicado este deporte desde su infancia.
Para ello utilizaron un sistema de resonancia magnética llamado DTI (Difusion Tensor Imagin) que capta imágenes cerebrales ”in vivo”, evaluando los cambios microscópicos en las fibras nerviosas que componen materia blanca del cerebro llamadas axones, que actúan como cables de comunicación entre diferentes regiones.
Tras observar el movimiento de moléculas de agua en estas fibras, los investigadores han concluido que el hecho de que estas moléculas pasen de moverse de manera uniforme a hacerlo aleatoriamente está asociado a un deterioro cognitivo, algo que ocurre en pacientes con traumatismos cerebrales.
Una vez calculados los remates de cabeza que ejecutaba cada jugador al año para luego comparar las imágenes cerebrales de aquellos que realizaban más cabeceos con las del resto, observaron que “entre los dos grupos había diferencias en cinco regiones del cerebro en el lóbulo frontal y en la región témporo-occipital”.
Dichas áreas, según ha explicado Lipton en declaraciones al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), están relacionadas con la atención, la memoria y ciertas funciones visuales importantes.
“Rematar con la cabeza no tiene un impacto capaz de dañar las fibras nerviosas del cerebro, pero hacerlo de forma continuada sí”, explica este experto, quien puntualiza que “la velocidad a la que viaja la pelota en el fútbol profesional es casi el doble que la del amateur”.
“Algunos jugadores realizan más de 5.000 cabezazos por año, gran parte de ellos durante los entrenamientos. Los ejercicios en los que los futbolistas cabecean un balón que viene hacia ellos son muy comunes, más todavía en entrenamientos profesionales”, reconoce Lipton, quien aboga por “tener en cuenta estos resultados para proteger a los jugadores”.