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El entrenador debe comprender cuál es la función que tienen los
partidos en el contexto de la actividad de su equipo y, consecuentemente,
planificar los partidos para que cumplan esa función.
Así mismo, es importante que el entrenador controle su propia
conducta durante los partidos. El entrenador no es un hincha, por lo que no debe
comportarse como tal. El entrenador es un experto que debe controlar su conducta
para conseguir que los partidos, sea cuál sea su función, resulten una
experiencia provechosa para su equipo.
CARACTERÍSTICAS GENERALES
SOBRE LA ACTUACIÓN Y ACTITUD DEL ENTRENADOR DE FÚTBOL BASE EN LOS
PARTIDOS
Al igual que en las sesiones de entrenamiento, la actitud en los
partidos del entrenador de un equipo con jugadores jóvenes, debe ser objetiva,
constructiva y positiva.
a.- Objetiva:
Porque debe valorar con objetividad qué pueden hacer sus jugadores
(antes del partido), qué es lo que están haciendo (durante el partido) y qué es
lo que realmente han hecho (después del partido).
b.- Constructiva:
Porque pase lo que pase en el partido, el entrenador debe
aprovecharlo para que sus jugadores, individualmente y como equipo, obtengan un
beneficio que contribuya a su formación deportiva y humana.
c.- Positiva:
Porque sin perder la objetividad, el partido no es el momento para
analizar con profundidad los errores, sino para destacar las conductas positivas
de los jugadores y animarles a que hagan cosas sin miedo a
fracasar.
Muchos entrenadores de jugadores jóvenes pierden la perspectiva
apropiada y el autocontrol que deben tener en los partidos, cuando sus jugadores
cometen errores que son perfectamente normales; y en lugar de centrarse en los
aspectos del partido que podrían ser aprovechados, estresan a los chicos con
comentarios inútiles que aumentan su inseguridad y hacen del partido una
experiencia negativa.
De hecho, muchos jugadores jóvenes que comenzaron jugando al fútbol
con mucha ilusión, dejan de tenerla y, en muchos casos, abandonan este deporte
porque los partidos se convierten en experiencias muy estresantes que no pueden
manejar. La conducta del entrenador es un elemento fundamental para evitar este
problema y conseguir que los partidos sean experiencias positivas cualquiera que
sea su resultado.
Por tanto, el entrenador debe establecer objetivos realistas para el
partido y ser consciente de que habrá algunos aspectos del juego que no saldrán
como le gustaría: en unos casos, porque será lo normal considerando el nivel de
los jugadores, ya que no podrán hacer más de lo que son capaces; en otros,
porque será lo normal teniendo en cuenta que en este deporte existe un
inevitable margen de errores que debe aceptarse; es decir, por muy bien que
estén preparados los jugadores, y por muy bien que jueguen, se producirán
errores en aspectos del juego que dominan, tal y como les ocurre a los mejores
jugadores profesionales.
Así, el entrenador debe estar preparado para tolerar los errores de
sus jugadores y seguir dirigiendo el partido sin que le afecten
emocionalmente.
Además, debe estar preparado para aprovechar la experiencia del
partido, pase lo que pase, de manera constructiva: por un lado, reforzando las
acciones positivas de los jugadores para que éstos tiendan a repetirlas; por
otro lado, observando lo que salga mal y verdaderamente se pueda mejorar, para
trabajar en ello en sucesivos entrenamientos.
El partido no es el ámbito apropiado para corregir los errores graves
(para eso están los entrenamientos) y, por tanto, no es útil que el entrenador
pierda energía con este propósito, perjudicando el rendimiento de los jugadores
en otros aspectos.
En los partidos, el entrenador debe centrarse en las acciones
positivas de los jugadores reforzándolas para que se repitan, y limitarse a
corregir pequeños detalles cuyo cambio en el propio partido sea
realista.
Además, no debe detenerse demasiado en las jugadas pasadas (ya lo
hará después, cuando analice el partido en su conjunto), sino centrarse en el
presente y el futuro del partido.
Lo importante en un partido no es lo que ya ha ocurrido y no puede
cambiarse, sino lo que está sucediendo ahora o puede ocurrir en el resto del
partido.
Por ejemplo: lo importante no es que el equipo contrario haya
conseguido un gol haciendo un contraataque, sino aprovechar esta experiencia
para que no vuelva a suceder, o suceda lo menos posible, a partir de este
momento.
Por tanto, el entrenador no debe lamentarse por el gol que el equipo
contrario ha metido, ni recriminar a sus jugadores por lo sucedido, sino dar
instrucciones constructivas, con contenidos que los jugadores dominen, para
subsanar o reducir este problema en lo que resta de partido.
Este enfoque objetivo, constructivo y positivo de los partidos, es
muy importante para dirigir equipos de jugadores jóvenes con la máxima
eficacia.