La palabra EQUIPO es posiblemente una de las más manoseadas, desgastadas y desvirtuadas de nuestro diccionario. ¡Somos equipo!, ¡somos una piña!… muchas veces son expresiones huecas que reflejan más un propósito que una realidad. Las empresas han ido implantando un sistema de equipos de trabajo, los profesores enseñan a trabajar en equipo, los equipos deportivos tienen que comportarse como tales sobre el terreno de juego… Sí, pero siguen primando los intereses individuales muy por encima del interés colectivo. ¿Dónde queda entonces el equipo?
FALACIA. El futbolista, en su fuero interno, se frota las manos cuando el compañero se lesiona por que va a tener más oportunidades de jugar, asiste a la derrota del equipo de forma serena cuando él no ha participado, espera impasible el cese de su entrenador cuando es un habitual del banquillo…¿Estos síntomas apuntan a la idea de equipo? Antes de la llegada de Simeone, el Atlético de Madrid parecía un club en descomposición, un equipo sin alma, un grupo de profesionales que distaba mucho de ser un equipo. El técnico argentino supo apretar el ON del equipo o poner en marcha el sentimiento colectivo
COMPLICIDAD. El equipo es sobre todo un sentimiento compartido por el que se da una complicidad interna, un vínculo o un compromiso entre sus integrantes. Se suele hablar de proyecto en común, de historia de una entidad, de los colores, del sentimiento de una afición, de compartir un trabajo colectivo… Pero el equipo es algo más que todo eso: es complicidad, vínculo o compromiso. Los éxitos de La Roja han llegado cuando, más que una selección nacional, ha sabido ser un auténtico equipo dentro y fuera del terreno de juego. Los psicólogos denominamos “cohesión interna” a esa complicidad colectiva.
Esa complicidad o sentimiento colectivo se manifiesta especialmente en momentos de dificultad. Los resultados unen y desunen, arman y desarman vestuarios. En el éxito el equipo siempre aparenta estar cohesionado pero es en las dificultades cuando se observa realmente si existe complicidad, si hay equipo. Las derrotas agrietan o fracturan la complicidad interna cuando no se ha trabajado la construcción del alma colectiva. Es entonces cuando se manifiesta de verdad el auténtico equipo.
En la familia y con los amigos solemos disculpar las diferencias porque necesitamos preservar el vínculo que nos une. No estamos dispuestos a ponerlo en riesgo, mucho menos a destruirlo. El auténtico equipo también genera un vínculo o compromiso entre sus miembros, aunque diferente al familiar o de amistad. Debemos disculpar aquello que nos distancia y poner énfasis en lo que nos une, en lo compartido, en los objetivos comunes.
En la familia y con los amigos solemos disculpar las diferencias porque necesitamos preservar el vínculo que nos une. No estamos dispuestos a ponerlo en riesgo, mucho menos a destruirlo. El auténtico equipo también genera un vínculo o compromiso entre sus miembros, aunque diferente al familiar o de amistad. Debemos disculpar aquello que nos distancia y poner énfasis en lo que nos une, en lo compartido, en los objetivos comunes.
EL MEJOR SOCIO. ¿Por qué debemos cuidar al equipo? El techo individual y las posibilidades de acción cuando se trabaja solo son muy limitadas respecto al potencial del trabajo en equipo. El esfuerzo y el trabajo individual tienen un recorrido bastante corto atendiendo a criterios de productividad y competitividad.
¿Cuál es el techo de un grupo? El potencial de un equipo se desconoce y conviene que sus miembros se unan para explorarlo conjuntamente. Se sorprenderán porque juntos llegarán mucho más lejos de lo que pudieran imaginar. Un equipo de fútbol suele estar integrado por 25 jugadores, más los miembros del cuerpo técnico. El equipo tiene vida y personalidad propias, vive en el vestuario como un integrante más, es el “jugador 26”, el miembro más valioso de la plantilla, que nunca podría ser fichado sino que solo se hace realidad construyéndolo entre todos.
¿Cuál es el techo de un grupo? El potencial de un equipo se desconoce y conviene que sus miembros se unan para explorarlo conjuntamente. Se sorprenderán porque juntos llegarán mucho más lejos de lo que pudieran imaginar. Un equipo de fútbol suele estar integrado por 25 jugadores, más los miembros del cuerpo técnico. El equipo tiene vida y personalidad propias, vive en el vestuario como un integrante más, es el “jugador 26”, el miembro más valioso de la plantilla, que nunca podría ser fichado sino que solo se hace realidad construyéndolo entre todos.
TEAM BUILDING / CONSTRUCCIÓN DEL EQUIPO. El entrenador se convierte en un ingeniero grupal que desde el trabajo diario va poniendo los cimientos de un ser colectivo al que ayudará a crecer y evolucionar hasta manifestarse como un auténtico equipo. El talento se puede comprar, pero el equipo se construye. La complicidad que da vida a un equipo la construye el entrenador día a día.
¿Cómo lo hace? Lo consigue sumando colaboradores entre los miembros del equipo desde el diálogo y el convencimiento, dibujando un clima afable pero de gran exigencia, creando unas señas de identidad que hacen al equipo único y diferente, distribuyendo los roles de forma que cada miembro asuma su papel en el éxito del equipo, fomentando la competencia interna, siendo justo en la solución de los conflictos, educando valores que auto-regulen los comportamientos individuales…
¿Cómo lo hace? Lo consigue sumando colaboradores entre los miembros del equipo desde el diálogo y el convencimiento, dibujando un clima afable pero de gran exigencia, creando unas señas de identidad que hacen al equipo único y diferente, distribuyendo los roles de forma que cada miembro asuma su papel en el éxito del equipo, fomentando la competencia interna, siendo justo en la solución de los conflictos, educando valores que auto-regulen los comportamientos individuales…
El equipo acaba teniendo vida propia, piensa y siente, tiene su propia personalidad, sus propios valores, y un alma colectiva. Cuando se descuida el trabajo de ingeniería grupal, el equipo se ve zarandeado por los resultados y está a merced de las circunstancias que van aconteciendo.
La complicidad, o sentimiento colectivo, se manifiesta especialmente en momentos de dificultad
RENDIMIENTO COLECTIVO.Cuando más se cuida, se mima y se atiende al equipo por parte de todos sus miembros, más crece la complicidad y mayor personalidad colectiva. El equipo es el resultado de las mejores aportaciones individuales, siempre generosas e inteligentes.
El talento se puede comprar, pero el equipo se construye.
Cuanto más esfuerzo y laboriosidad se invierte en el “jugador 26” mejor rendimiento acaba liberando.
El rendimiento colectivo es la consecuencia de un excelente trabajo colectivo, fuera y dentro del terreno de juego. El equipo se construye fuera y se manifiesta sobre el terreno de juego. La complicidad interna, condición de auténtico equipo, es la clave que marca la diferencia entre diferentes equipos de un potencial similar.
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