-El psicólogo deportivo ya no es visto como algo raro dentro de un equipo de fútbol.
- 10 ó 15 años atrás quizás sí se veía con algo de recelo. Ahora estamos totalmente integrados. Nos ven como una ayuda. Como un miembro más del cuerpo técnico.
-¿En qué está trabajando actualmente con la plantilla?
- Primero hay un trabajo de observación. Mi primer objetivo es intentar conseguir que haya una buena cohesión de grupo. Cada jugador, a nivel individual, tiene sus propios objetivos, pero si conseguimos que el bien del grupo esté por encima del individual estaremos en el camino correcto.
-A veces, un deportista entrena a un nivel altísimo y, en cambio, en los partidos se hace pequeño.
- Sí se dan esos casos, pero más que hacerse pequeño se trata de un tema psicológico. No es lo mismo jugar que competir. Puede sentirse a gusto en un entrenamiento, pero es distinto cuando aparece la presión en plena competición. Saber gestionarla es muy importante.
-Usted trabaja con futbolistas de élite. Lo que le ocurre a Iker Casillas, ¿es un problema de confianza?
- Más que un problema de autoconfianza creo que es un problema de pérdida de confianza de la gente de alrededor. Para cualquier ser humano es duro que un sector de la afición le silbe en casa, aunque si mantiene esa autoconfianza puede superarlo.
-¿Hay mucha diferencia entre un jugador de élite y uno de Segunda B?
- No he encontrado muchas. De hecho, hay muchos jugadores de Segunda B que si no están en Primera es por un tema psicológico. Falta de disciplina, de confianza, etc.. Los jugadores multimillonarios tienen algunos intereses comerciales alrededor y la presión por el resultado inmediato. Eso es algo que en los jugadores de Segunda B no he encontrado.
Diariotarragona