Sentir que nuestro discurso vale para algo y tiene efectos en nuestros jugadores es para nosotros como tocar el cielo con las manos. La sensación del trabajo bien hecho. Como un buen maestro alecciona y motiva a sus alumnos, un entrenador debe sacar el máximo partido a su discurso, medir científicamente sus palabras, entonación, gestos... para lograr así que sus jugadores crean en él.
En este artículo, os damos unas pautas para que no se os escape ningún detalle a la hora de realizar la charla pre-partido a nuestra plantilla. Antes de empezar a hablar, debemos tener en cuenta el momento de la temporada en el que nos encontramos, la situación física y mental de los jugadores y conocer exactamente en qué punto está nuestra relación con ellos. Los pasos serían los siguientes:
- Introducir el tema de forma breve y concisa: Debemos usar el inicio de nuestra charla para plantear la clave de nuestro mensaje y despertar su interés por escucharlo. Los jugadores deben saber rápidamente sobre que versará el discurso y nuestra misión es captar su atención y sumergirlos en una atmósfera de concentración.
- Personalizar el mensaje: El plantel debe entender que nuestras palabras van a servir de algo y les van a afectar durante el partido. Todo mensaje es vacío si el jugador no es protagonista. Debemos anticipar posibles situaciones que se van a encontrar en el campo o indicar que no se dejen llevar por determinadas conductas del rival.
- Explicar alguna anécdota: Muchas veces alargamos nuestra charla demasiado y lo vemos reflejado en la cara de los jugadores. Tenemos que tener en cuenta esta variante ya que como nosotros estamos activos hablando seremos los últimos que lo notaremos. Si vemos que hemos perdido la atención de los jugadores, viene bien tirar de nuestro "libro de batallitas" para explicar alguna anécdota relacionada con el tema de la charla y así volver a centrarles.
- Utilizar medios audiovisuales: En la era de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) hay que hacer un esfuerzo para incluir vídeos tácticos o motivacionales, fotografías o PowerPoint. Son herramientas muy visuales, rompen el ritmo y la monotonía de nuestro tono de voz y nos permiten insistir en puntos importantes. Tampoco debemos abusar, no deben durar más que nuestra exposición oral.
Interactuar con el plantel: A lo largo de nuestro discurso, hacer preguntas a nuestros jugadores para que nos confirmen lo que han entendido o nos den su opinión. No es un examen, es otro elemento para asegurar la recepción del mensaje, por ello, no debemos enfadarnos con ellos si no lo explican correctamente o no nos dicen lo que queremos oír.
- Utilizar dinámicas de grupo: Hacer a los jugadores interpretar un rol específico para que los demás reflexionen sobre su actuación viéndolo desde fuera. Los problemas se solucionan más rápidamente cuando no están implicados en la acción. Al final de este tipo de ejercicios debemos dejar claras las conclusiones a las que han llegado.
Finalizar reiterando el mensaje principal: Es la manera ideal de que los jugadores vuelvan al objetivo de nuestro mensaje. En su camino hacia el túnel de vestuarios irán reflexionando sobre las 3 últimas frases que hayamos dicho. Hay que acabar con un resumen breve y contundente.
Para acabar, hemos confeccionado este breve decálogo con algunos consejos que os ayudarán a tener éxito en vuestra charla:
1. Ensayar la charla previamente.
2. Mantener una postura correcta y gesticular.
3. Trabajar el uso de las pausas y variar el tono de voz
4. Eliminar las muletillas.
5. Vocalizar y articular bien las palabras.
6. Utilizar sinónimos en lugar de repetir palabras.
7. Ser espontáneos para evitar quedarse en blanco.
8. No abusar de la teoría.
9. Simplificar el lenguaje.
10. Saber cuándo es el momento de acabar la charla.
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