La motivación es uno de los grandes misterios de nuestro trabajo como entrenadores. Hablamos de algunos entrenadores como grandes motivadores, pero es difícil explicar cómo lo hacen, y en muchas ocasiones ni ellos mismos saben expresarlo. Simplemente les sale, siendo ellos mismos.
Son motivadores natos.
Y son la envidia del resto de compañeros.
¿Cómo lo hacen?
Seguramente haya factores inexplicables que no pueden ser reproducidos, pero también es cierto que hay algunos elementos que está comprobado que ayudan en este sentido.
Hoy quiero hablarte de uno de ellos.
Es un paso fundamental para conseguir motivar a tus jugadores.
Se trata de un paso simple, pero absolutamente necesario para motivar a la gente de tu alrededor. Lo resumo en la siguiente frase:
Para motivar, primero hay que estar motivado
¿Quieres saber por qué?
Sigue leyendo.
La motivación se transmite
Te traigo buenas noticias.
Lo siento, pero también tengo malas noticias.
Buenas noticias, el entusiasmo es contagioso.
Malas noticias, la apatía y el mal humor también.
Nos ocurre en la vida cotidiana, seguro que conoces a personas que alegran el día a todo aquél que se encuentran, y personas que amargan la existencia del resto. Seguro que te has puesto nervioso alguna vez antes de un examen al hablar con un compañero, cuando antes de hacerlo estabas tranquilo y confiado.
De la misma manera, habrás observado que tus compañeros trabajan de forma distinta en función de lo que transmita vuestro jefe. El líder transmite y los demás se contagian.
Así pues, debemos ser conscientes de que nuestros jugadores tenderán en la mayoría de las ocasiones a adoptar nuestro estado de energía y motivación, para bien o para mal.
Esta es la primera razón por la que para motivar, ¡hay que estar motivado primero!