lunes, 28 de diciembre de 2015

Los padres del niño deportista

Difícil papel el de padre del niñ@ deportista.
¿Cuál es la medida exacta de participación, de entusiasmo, de estímulo a nuestr@s hij@s hacia la práctica de una actividad, deportiva o no? ¿Quién de nosotros no ha sentido vergüenza ajena ante los gritos de un padre “hooligan” en un partido de fútbol de base?
Y el extremo contrario: ¿Cuántos padres no acompañan a su hij@ a una competición, a una actuación, a una exposición en público?
Desde luego que la importancia del rol que juegan los padres de l@s jóvenes deportistas es incuestionable, pero debemos ser cautos y respetuosos con ell@s, a fin de asegurar que, tanto la diversión como el desarrollo -deportivo y personal- del niñ@ no se ve afectado por nuestro “entusiasmo” (o “pasotismo”). Para ello, propongo una serie de pautas a considerar:
LO POSITIVO
  • Anime a su hij@ a tomar conciencia de las habilidades que va adquiriendo en su deporte, valore la ejecución, no los resultados. Esto le aportará mayor autoconfianza no sólo en el deporte en cuestión, sino en los demás aspectos de su personalidad.
  • Confíe en los métodos del entrenador. La sintonía entre todas las partes dejará pocas oportunidades a la confusión del joven atleta, lo cual le hará más fácil centrarse en la consecución de los objetivos a alcanzar.
  • Brinde siempre a su hij@ apoyo emocional Esto, aunque pueda parecer obvio, no siempre se hace patente. Asegurémonos de que nuestr@s hij@s tienen la certeza de que estamos a su lado cuando ellos lo necesitan.
LO NEGATIVO
  • Dar demasiada importancia a la victoria o derrota, ganar por encima de cualquier cosa. Independiente del nivel en el que se encuentre compitiendo su hij@, recuerde que siempre debería de disfrutar del juego. De lo contrario, comprometemos seriamente tanto la adquisición de nuevas habilidades como la mejora de las ya adquiridas, además de, en el peor de los casos, el abandono de la actividad por el síndrome de “estar quemado”.
  • Corregir/criticar delante del niñ@ las decisiones del entrenador. Esta actitud genera una enorme confusión al joven deportista, que se encuentra con el dilema de obedecer (o no) a una de las dos figuras que, en principio, deberían de inspirarle respeto y admiración. En el caso de no estar de acuerdo con el entrenador de su hij@, hágaselo saber en una conversación sosegada y respetuosa, y no tras una eventual derrota, delante de l@s niñ@s, público, otros padres y madres…
  • No se convierta Vd. en un Hooligan. Puede que sea un padre nervioso e hiperactivo, y que considere que un comportamiento exaltado sea la mejor manera de demostrar a su hij@ que está dispuesto a dar la vida por él, si se diera el caso… pero recuerde que la línea entre apoyar y obstaculizar, en estos casos, suele ser muy delgada. Piénselo
En esta línea, la profesora Brackenridge (Professor of Sports Sciences (Youth Sport), Brunel University, UK.) de la Universidad de Brunel (Reino Unido) realiza una clasificación parental, dependiendo de su nivel de participación en las actividades extraescolares de sus hij@s:
  • Negativo: totalmente opuesto, contrario a la actividad del niñ@
  • Pasivo: totalmente desentendido, al margen de la actividad del niñ@
  • Reactivo: reacio, “no le hace gracia” lo que su niñ@ hace (pero le deja hacer)
  • Activo: satisfactoriamente implicado y comprometido
  • Proactivo: totalmente comprometido.
  • Hiperactivo: Demasiado comprometido, es el padre “Hooligan
En base a estas definiciones, ¿Cuál sería la justa medida de participación parental? Para responder a esta pregunta, vamos a representar la Zona Óptima de Implicación Parental en un ilustrativo cuadro: