El objetivo declarado de la plantilla y el cuerpo técnico cadista para el enfrentamiento con el Écija Balompié era resarcirse de la goleada encajada en Lucena y dar una alegría a la afición. No bastaba con ganar sino que había que convencer y golear, pero el Cádiz se quedó a medio camino.
A pesar de que enfrente tenía un rival que demostró las razones del lugar tan bajo que ocupa en la tabla y de que el partido nació perfecto para el Cádiz, con un gol en seis minutos, en ningún momento los amarillos lograron convencer a su hinchada, imponer un estilo de fútbol que mostrase la superioridad que se le presupone en esta categoría y ante rivales así de débiles. Sólo destellos de calidad de los jugadores amarillos salvaron el encuentro del tedio absoluto y lograron que los tres puntos se quedasen en Carranza.
Porque fue un auténtico destello de calidad la forma en la que Ferreiro colocó el balón en la escuadra del guardameta Ramón para hacer el
Esta vez no habría nervios, ni inseguridades, ni el cronómetro correría en contra de los amarillos. En 6 minutos ya iban por delante y aún aumentarían la distancia poco después. Un balón largo de Goicoechea -ya se sabe que la diferencia entre un pelotazo y un balón largo es que un delantero la controle- dejaba sólo a Akinsola que esta vez no resbalaba y definía a la perfección.
Nada más lejos de la realidad. El Écija, pese a sus limitaciones, controló el esférico y fue ganándole terreno al Cádiz que, poco a poco, iba aculándose en su área. No había circulación de balón porque el centro del campo perdía la pelota con suma facilidad. En una de esas pérdidas Héctor Yuste se la entregó a Juan Pablo que se encontró con un paradón de Aulestia. Otro error de Yuste en un saque de esquina dio lugar a una nueva ocasión de los sevillanos.
Ya en la primera parte el partido se iba muriendo de aburrimiento con el quiero y no puedo de los visitantes y un Cádiz que se iba desdibujando poco a poco conforme sus individualidades se iban diluyendo. Sólo Akinsola parecía poder llevar algo de peligro en sus botas.
Para la segunda parte Jose cambió de esquema y sustituyó a Dioni por Toti, convirtiendo el 4-4-2 en un 4-2-3-1, pero tampoco sirvió para sacar el juego amarillo del encefalograma plano en el que estaba sumido. Más bien todo lo contrario, el Cádiz se fue encerrando en su área y cuando recuperaba el balón lo hacía tan lejos del campo visitante que no lograban generar peligro. La única respuesta creativa eran los balonazos de los centrales para la carrera de Ikechi y Akinsola, pero ninguno de los dos obtuvo nada significativo de las sandías que recibían de sus compañeros.
Aunque después entraron Juanse por Toti y Juanjo por Akinsola nada rescató al Cádiz de la apatía. Es cierto que los tres puntos estaban en la buchaca ante un paupérrimo Écija, pero si el objetivo era resarcirse, mandar un mensaje a los rivales y a la afición propia de confianza, el tiro salió por la culata. La muestra, los pitos con los que el Cádiz fue despedido al finalizar el encuentro.
Porque este Cádiz sigue siendo un equipo ramplón, sin una idea de juego, un equipo que cuando juega, lo hace a ráfagas, sin la continuidad que se le debe exigir a un candidato al liderato. Un equipo que ha perdido una oportunidad maravillosa para agradar a su hinchada y que, con todo y con eso, dormirá este sábado entre los cuatro primeros de la categoría. Pero mal harían plantilla y cuerpo técnico con sentirse satisfechos.
FICHA TÉCNICA:
CÁDIZ CF: Aulestia; De Coz, Goikoetxea, Baquero, Camille, Héctor Yuste, Óscar Pérez; Ferreiro, Akinsola (Juanjo,
ÉCIJA BALOMPIÉ: Ramón; Fali, Alejo, Carrasco, Óscar; Antoñito (Víctor Armero,
GOLES: 1-0: Ferreiro (
ÁRBITRO: Francisco Lorenzo Martínez Lemus, del colegio extremeño. Mostró cartulina amarilla a Ikechi y Óscar Pérez; por el Cádiz CF y a Óscar, Valverde, Víctor Armero y Juan Pablo; del Écija Balompié