La cuestión que acabamos de leer es muy común oírla en ambas vertientes a cualquier entrenador o monitor que de dedique al fútbol sala base. Cierto es que con una fundamentación, cualquier respuesta puede ser correcta, pero últimamente, la tendencia va orientada a “formar” más que a “enseñar a competir”, ya sea por un conocimiento erróneo o por cierta animadversión a la competición. Mediante estas líneas, intentare expresar mi idea sobre todo este tema.
“El resultado da igual, mi único objetivo es formar a los jugadores”. Podemos estar de acuerdo o no, pero es muy habitual oírla cuando se ha cosechado un resultado adverso. Pienso además, que aquellos que la pronuncian, tienen como objetivo excusarse de la derrota, pues personalmente no soy capaz de disociar la formación de la competición.
“Formar” y “Competir” son dos términos estrechamente relacionados y de una manera u otra, al trabajar uno de ellos se está incidiendo sobre el otro.
En este sentido, no hay un lugar más propicio para la formación de los niñ@s que los centros educativos. Pues bien, en el sistema educativo actual, y más concretamente en la etapa de Primaria (coincide con el inicio de la práctica reglada de fútbol sala por los más pequeños), el hilo conductor para la consecución de una formación adecuada, es a través de las “Competencias Básicas”.
En este sentido, el profesorado debe enseñar a los más pequeños a ser competentes en diferentes ámbitos más globales que los propios contenidos. En estas competencias se le da prioridad a aspectos tales como la Comunicación, la interacción con el mundo, el aprender a aprender, la iniciativa personal, el tratamiento de la información, etc. donde realmente se valora la elección, la diversidad y el tratamiento de éstas a cada alumno. Si son capaces de asimilar todo esto, los más pequeños están formados para “competir” en la vida.
En este sentido, el profesorado debe enseñar a los más pequeños a ser competentes en diferentes ámbitos más globales que los propios contenidos. En estas competencias se le da prioridad a aspectos tales como la Comunicación, la interacción con el mundo, el aprender a aprender, la iniciativa personal, el tratamiento de la información, etc. donde realmente se valora la elección, la diversidad y el tratamiento de éstas a cada alumno. Si son capaces de asimilar todo esto, los más pequeños están formados para “competir” en la vida.
Tras todo esto, os preguntareis ¿Qué relación existe entre el fútbol sala y la formación en los centros educativos?
Pues bien, en la competición futbolistica, decidirse es muy importante y hay jugadores que no toman esa iniciativa, debido a su “entrenamiento irreal” donde no existe el componente competitivo. Competir es lo mismo que jugar, donde podrás ganar o perder, y donde tus compañeros van a preferir que tus decisiones sean las acertadas para el bien común. Además, la competición exige un compromiso de las decisiones, donde el talento se demuestra a la hora de tomar decisiones que resuelvan los problemas que la competición plantea continuamente
En este sentido, en el aprendizaje del fútbol existen contenidos más globales que los propios futbolísticos, los cuales se debe enseñar de forma prioritaria. Al igual que en la enseñanza en los colegios, donde a través de las competencias se trabajan contenidos concretos, pienso que en la enseñanza del fútbol sala a cualquier nivel, se debe trabajar a través de la competencia o competición.
Cuando estamos hablamos de competencia o competición en fútbol sala, no estamos hablando de ganar un partido de fútbol, sino de enseñar a los jugadores a “tratar”, “comunicar”, “interactuar”, “aprender”, “decidir”, sobre todo lo aprendido y practicado en los entrenamientos, más que a los contenidos analíticos propios del fútbol sala, como pueden ser el pase, el tiro, regate, etc… Si todas estas competencias del aprendizaje van sobre ruedas, la competición propia le dará el lugar correspondiente al jugador, equipo, club, etc. y estarás “formando mediante la competición”
- Salvador de la Cerda