Siempre estamos escuchando hablar de que si el “medio defensivo”, “medio organizador”… es verdad que cada futbolista presenta una serie de características y sería de locos no explotarlas pero, ¿No coartamos en muchas ocasiones la libertad y las posibilidades de los jugadores sin más condicionantes que las cualidades que se les presuponen? Mi respuesta, un sí rotundo. Muchas veces hemos visto el ejemplo de jugadores que llegan a equipos a cumplir una función en la que destacaban en su equipo anterior y sin embargo en este no salen las cosas como preveíamos, y esto es porque el desempeño de un jugador depende del contexto en el que se le introduce.
Un ejemplo claro de cómo cambia un jugador en diferente contexto, es Khedira, jugador que en el R. Madrid es visto en multitud de ocasiones como un medio “Defensivo”, gris y al que se le achaca de tener poco que decir en 3/4 de campo, y sin embargo con la selección Alemana (por las diferencias de jugo de ambos equipos), lo vemos jugar más adelantado, incorporándose al ataque con asiduidad e inteligencia e incluso finalizando muchas jugadas. La variedad que hay en el tipo de contexto que rodea al futbolista, da variedad a sus acciones, por eso, un buen entrenador debe tender a desarrollar esa capacidad de creatividad e improvisación en sus futbolistas en vez de coartar y limitar sus actuaciones.
Actualmente, esta instaurada una forma de ver el fútbol en el que los futbolistas se complementan desde su contrariedad. Con esto quiero decir que a un pivote defensivo, le suele acompañar un medio creativo, a un central con poca salida del balón y que domina por ejemplo totalmente el juego aéreo, le acompaña otro capaz de iniciar el juego con inteligencia y fluidez… quizá esta sea la rareza de este deporte, ya que en muchas ocasiones primamos la “no construcción” del equipo contrario a la “construcción” por nuestra propia parte, sea cual sea nuestro modelo, y con ello desechamos jugadores que quizá simple y llanamente por su poder de asociación, cumplirían funciones que a priori no les eran atribuidas de mejor forma que otros a los que se les presuponen, mejorando de este modo el equipo de forma colectiva.
Esta es la moda de los bajitos con la Selección Española, donde vemos como jugadores con un modelo reconocible y con gran libertad dentro del campo, pasan por encima de equipos que a priori deberían ser superiores en muchas de las facetas del juego. Esto por supuesto que está trabajado, pero desde el colectivo.
La fuerza del conjunto otorga el poderío máximo en este deporte, ya que involucrando a todos los jugadores en el modelo y en la forma en la que cada uno lo tienen que hacer, aunque parezca contradictorio, se les está otorgando libertad.
Esta libertad es en sí, la búsqueda del engaño al adversario. Los Iniesta, Silva y compañía residen su éxito en ese engaño ( anticipación a los movimientos contrarios con los propios, como consecuencia de una gran interpretación del contexto), y en un modelo de juego bien definido y donde se condicionan de forma recíproca. Por todo ello, parece inútil pensar que hay que buscar un jugador que pueda compensar ese “exceso” de libertad de algunos jugadores, cuando más bien lo que habría que buscar son jugadores que ayuden a que se den las condiciones para que esa creatividad se desarrolle y aparezca el mayor número de veces (Busquets).
Con todo esto, quiero decir que todo en lo que se debe basar el fútbol es claramente colectivo, aunque en tus filas esté el mejor jugador del mundo. El colectivo tapa las carencias y resalta las virtudes de sus jugadores, haciendo de este modo que la clave no sea la compensación por cualidades opuestas, sino formar un equipo compensado donde la complementariedad de sus integrantes, sea la base del modelo. De nada sirven los mejores jugadores del mundo en sus posiciones, si cada uno juega a una cosa diferente.
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